Soliloquio( 15)
Hoy quise seguir como la guinda de la mariposa, el reflejo constante de un luz que me llamaba.
Intente sin dejar de ser meritorio, sentarme en una silla de esas mías que llevan como respaldo la fríaldad de la pared y como asiento, lo mullido de un jardín en flor.
¿ Para qué podría decirse...? ¿ para qué...? y es que no veo otra manera de decir, más que ¡ porqué te extraño...!
No deja de ser una simple razón, tan siquiera cromáticamente imposibilitada de vida, dado que tú mismo eres quien te empeñas en caminar al lado contrario de mis pasos; pero aún así, sigue siendo tan verídico que me haces falta, que ya casi me acostumbro de nuevo a lo roto de mis silencios, y a las flores que sin ser jazmines, pupulan entre el verde del jardín.
Los gatos siguen ahí, se embadurnan la cara de su propia saliva, reiterando que soy yo quien estoy de más en su mundo, como si no lo estuviera ya en esta misma estatura que suelen llamar paridad.
Hoy si que voy lenta, me digo.. ¡ hoy si que voy...! y es que tampoco se me ha dado por escribirte, como se que lo esperas y lo deseas, pero es que es imposible, me imposibilitas la razón para decirte al oido que te amo, cuando la misma sensibilidad de amarte tanto se cierra justo al pie de mi garganta.
Sé que te hace falta leer mis palabras, y tal vez en castigo a mi padecer las niego a ti, esperando reacciones y vuelvas.
¡ Sé que no volveras, pero acaso puedo dejar de soñar con ello...! ¡ sé que no...!, ya mismo se ha sentado en mi el precedente de que cuando el silencio se cimbra y me sienta justo en esta silla, todo se derrumba... así ha sido por años, una y otra vez, Dios me da licencia de saberme sola, cuando vengo aquí justo a sentarme bajo mi membrillo y dejo que las lágrimas fluyan sin mediar palabra.
¡ No puedo hacer más...! confié en ti, aún confío, pero yo soy simple ceniza, y mi costado hace mucho tiempo me aviso que nadie, aunque se paracen a mi lado, nadie, absolutamente nadie iría conmigo al cadalzo.
Y cuanto llevaba de razón; ¡ cuántas veces no he intentado dejar de amar y de luchar conmigo misma para no reirme más, ni dañarme más, sabiendo que al sonreir yo misma me maldigo.! ¡ no sé si sea justo, ni quiero saberlo, hoy simplemente voy a dejar que todo gire y yo me quedaré aquí sentada bajo la sombra amiga, bajo mi único amante, bajo mi madre y mi padre, bajo el único hombre que comprende y recauda mis aguas, mis luchas, mis sentires...
Es justo, ya mismo necesitaba mis lágrimas fluir para florecer de nuevo y darme ese lujo de ambrosía que son sus frutos; y es que no hay otra manera de alimentarse; yo le doy el agua de mis lágrimas, y él me acompaña y me abraza arañandome el alma y mascabando el sentir con su sombra, su olor, y su abandono al darme a borbotones la sangre que me trae nuevas quejas y esas nuevas nubes, tan negras que mi cabello, se torna burla al asomarse bajo mi piel.
¡ Ay amor, y pensar que yo aprendí a amarte limpia, limpiamente...!
Daanroo
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Daan. -
Edmundo Dantés -