Responso absoluto.
No sé si deba, pero es preciso; el dolor me golpea tan profundo, que carece de sentido la palma de mis manos y el cúmulo de emociones que tejíste en mi memoria, se solidifica.
No necesito decirte porque, tú sabes la realidad de esta espera; es tan grande la entereza que me permites sentir, que claudico en la necesidad de guardarme como antes.
¡Pero, a quién le importa...!, ni siquiera a aquellos que se han portado con la mayor de las delicadezas, les ofrezco ese mismo mundo que sabes que te pertenece; tal vez la razón de este paroxismo que me formaste, sea tan lánguido que la certeza de bendecir mi familia y a tu familia, sea lo único que me queda.
Desde ahora, ya mismo, pongo un pie en el piso -sabes, es tan suave, tan suave-, ojalá ya mismo pudieses ser participe de él, y embadurnar mi cuerpo con su aroma de tierra mojada, tal vez así, inocentemente, termine por dormir aquellos espacios de frugal felicidad que se formo en mí entorno.
¡Qué duro..., qué duro es saberte así!, sabiendo que te atesoro entre las entrañas mismas de mi vientre y de mi ser.
Me formaste, y no sé si haya poder humano que logre arrancar más que míseros vocablos de seguridad, con tal de sentirme menos egoísta y un poco falsa.
¡Ya lo vez, voy pensándome en si debo bajar la cabeza para llorar a solas, o si me entretengo formando fuegos que no son más que realidades que debieron ser de nosotros dos, aunque fueran sueños imperfectos!
Pero la vida es así, una cíclica costumbre de enterrar el hacha de guerra en lo fondo de mi espalda y saber, que el dolor es concordante hasta en la misma melaza donde se vierte la realidad.
Y, si bien sé, que las caricias prohibidas, no son más que mero reflejos provocados por la mísera mescolanza de mis principios por hacerte ver quien soy, sé que tampoco te simbran del modo correcto.
Esto es lo que hay, tú me formaste así de esta manera, confíada; así en esta manera tan inverosimil por cuanto me hace más daño que bien, pero que prefiero antes que arrinconarte en tus propias mentiras...
Yo no sé, si sea justo admitir que te sigo queriendo, o callarlo para no provocar más infortunio entre esta labia mía por herirme a mi misma, por cuan tengo, o seguir de largo como si no hubiese existido mi necesidad de besarte y de formarte un continuo palpitar.
Pero nada es seguro, ni siquiera ese hombro que se empeña en pillar las lágrimas, para no verme más que aquella sonrisa de felicidad que ya misma me cuestiono, y me respondo, por cuan silencio guarda.
La vida es así, tal vez jamás sepa porque olvidaste tus propias palabras, pero de eso no tengo la culpa; yo, me lavo las manos como a Poncio Pilatos le lavaron una vez, aquello que se le caía del alma.
Te amo, esa es la verdad más profunda desde que te tengo, y en cuánto a lo demás, si acaso no exista, cómo tampoco existo yo, desde tu ausencia.
¿Sólo me preguntó, qué tanto mal hice para rasgarme las vestiduras?
Menos mal que las personas no saben prejuzgar,
o acabaría por derretirme en la constancia de tus besos,
para luego esfumarme de la faz de la tierra
como en algún principio se ha venido formando
entre mi piel, mi sangre y mi alma.
La vida es así, pero para que vivirla aborreciendo la fatalidad,
si puede uno pupular entre las sombras,
sin hacerse más daño,
que el meritorio por amar de esta forma.
Te quiero.
Ese es y seguirá siendo mi responso más absoluto.
Daanroo
3 comentarios
alma -
Jaime V -
aguardentero -
besos,