Soy, fui.... ¿ y mañana...?
Al amor lo fui guardando entre la socarrona manera de ser tan mía y la manera en que sentaba a la puerta de otros, sin tocar la entrada de mi ventana.
Por eso cuando me han dicho te amo, he sentido la necesidad de bailar y de brincar hasta encontrarme conmigo misma, el silencio se volvió de pronto labia, y la labia, se volvieron efectos que a otros llevaron efectos de soledad.
Pero no se engañen, la soledad sigue viviendo en la monotonía de una verdad que no siempre viene pintada de azules o de rojos, también la soledad se llena de alegrías y se pinta de monótonos tonos de gris, hasta casi tocar el fondo traslucido de un río, un lago o un mar.
Dicen que las arenas de su fondo, tocan la gracia de volver las manos humo, pero mis manos siempre han sido la leña que con fuego se consume y se transforma en ese mismo olor a árbol quemado que se embellece con la sombras de una luna y las siluetas de dos.
Otros dicen también que cuando dos se acercan hasta tocar sus labios se conoce al fin la mirada de aquel que nos creo, pero yo he encontrado que se le puede encontrar también a la sombra de un mezquite, sintiendo el calor del sol, el canto de la lluvia, el tic tac del tiempo sin necesidad de pisar la soledad de cuatro paredes pintadas de amarillo.
El amor es tan cambiante, y la soledad es tan eterna, que a veces creo que yo soy el amor y la soledad unidas en un solo cuerpo y encendidas de emoción en una mueca.
Conozco el amor, le veo rondar por las caras de sueño de mis hijos, conozco el odio, lo veo rondar entre las sombras de mis pensamientos, conozco también al diablo que forma el congénero de un misterio no encontrado nunca, y conozco al hombre que me forma mujer por un par de palabras tan cortas como la respuesta.
Pero quién me niega a mi que conocer el odio y su contrapartida, me haga pensar que seré menos mujer de lo que ya misma soy, y de lo que ya mismo me formo.
Soy hipócrita, así me siento a veces cuando me sonrío de mi misma, y para mi misma, al grado de nombrarme hombre sin dejar de ser mujer, pero quiero sentirme mujer, al grado de volverme mujer de un hombre.
Y para eso necesito algo más que una palabra de bienvenida o un adiós para alejarme.
Soy mujer, me sé mujer hasta el paroxismo mismo de la palabra...
¿ y tú...? puedes llamarte hombre, o tengo que decirte ¡ ven...! para que
reacciones y corras de calle, el espejismo mismo de una valía vertida a
dos.
Hoy soy, ayer fui, pero quiero ser mañana, la verdad, y me temo que esa solo se encuentra muriendo.
Daanroo
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