¡ Despedida..!
¡Es suficiente...¡
He esperado demasiado a que la conciencia deje de brotar de mis trémulos espasmos. No quiero tener más la responsabilidad de amarte, me niego a seguir siendo parte de un ardid donde yo salgo perdiendo una y otra, y otra vez.
¡ Qué me quieres...!, son tantas las veces que me lo has dicho, que ya no creo en el mentir, por ser tan verdadero...ahora, soy yo la que se consecuenta de tomarse de las manos y arrojarse al abismo de tus besos.
¡Es verdad que te deseo...! que mi piel es solo carburable al sentir de tus manos sobre de mi cuerpo, pero me basto también a mi misma para conocer que la insignificancia de una pluma de pavorreal, sólo cae al suelo, cuando se vuelven chocolates las nubes y las culebras se enrosacan entre los alguinios
¡ Ojos de hojalata, me dijiste...! y así con esa insignia al nombrarme has venido a mi, a perturbar mis besos y mi cuerpo, proporcionándome esa ansiedad de entregarme al hombre, sin saber si el hombre era tu espejismo o el duro reflejo de una tabla pintada de negras intenciones.
¡ Ojos de hojalata...! así titulaste mi sentir cuando en una noche estrellada, amenace tu existir al decirte que la culpabilidad de amarte, era y hacía referencia a la verde hierba que consumía lo café de mi jardín.
Y ahora que lo veo cargado de flores frescas; recuerdo tus manos desabrochando uno a uno los botones de mi camisera, y en un borrón de neblina verde, absorber, la necesidad mia, de volverme mujer entre tus brazos; de volverme el iris de tus ojos turbios al viajar oir el infinito de unalínea del tiempo y sin mirar atráz, ni ver el sol consumirse entre el sabor y el aroma de las incandecentes estelas que viajan a pronta instancia del recorrer de tus dedos.
¡Ahora me voy, no quiero amarte...! ¡ me niego a llevar encima el recato de mi corazón por apresar tu sentir entre lo ardiente de mi cuerpo, me voy sin aspirar cambiar primero mi propia valentía de viajar sola por senderos conocidos, lugar de sentarme entre tus piernas y volverme una fiera revoltosa de ojos hojalatados.
¡ No me detendré, ya mismo cruzaré la puerta de la calle e ire río abajo, saboreando la libertad que producirá mi sombra en el reflejo del sendero y escuchando sobre mi cabeza, el grito de libertad del sabiondo gavilán.
¡Hoy me voy, sólo vine aquí a decirte que te quiero..!, que la sal del mar se vuelve de nueva cuenta el espejismo abierto de mis sentimientos; que la tierra se abre para tragar mi sentir, aflorando a borbollones el fuego abrazador de los infiernos.
¡ Hoy no hay agua, que apague mi sentir, ni la locura de mis deseos...! ¡ yo misma he acabado por tapar el foso y tapiar a cal y arena las ventanas que daban al desierto!
¡ Me voy!, ¡ me alejo!, sólo vine a decir así, en silencio, lo mucho que te quiero...!
Daanroo
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