MONÓLOGO DE NEZAHUALCÓYOTL
Nezahualcóyotl
"coyote-hambriento"
Rey de Texcoco (1431-72)
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
.
.
.
Hay cantos floridos; que se diga
yo bebo flores que embriagan,
ya llegaron las flores que causan vértigo,
ven y serás glorificado.
Ya llegaron aquí las flores en ramillete:
son flores de placer que se esparcen,
llueven y se entrelazan diversas flores.
Ya retumba el tambor: sea el baile:
con bellas flores narcóticas se tiñe mi corazón.
Yo soy cantor: flores para esparcirlas
yo las voy tomando: gozad.
Dentro de mi corazón se quiebra la flor del canto:
ya estoy esparciendo flores.
Con cantos alguna vez me he de amortajar,
con flores m corazón ha de ser entrelazado:
¡Son los príncipes, los reyes!
La fama de mis flores, el renombre de mis cantos,
dejaré abandonados alguna vez:
con flores mi corazón ha de ser entrelazado:
¡Son los príncipes, los reyes!
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"coyote-hambriento"
Rey de Texcoco (1431-72)
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Hay cantos floridos; que se diga
yo bebo flores que embriagan,
ya llegaron las flores que causan vértigo,
ven y serás glorificado.
Ya llegaron aquí las flores en ramillete:
son flores de placer que se esparcen,
llueven y se entrelazan diversas flores.
Ya retumba el tambor: sea el baile:
con bellas flores narcóticas se tiñe mi corazón.
Yo soy cantor: flores para esparcirlas
yo las voy tomando: gozad.
Dentro de mi corazón se quiebra la flor del canto:
ya estoy esparciendo flores.
Con cantos alguna vez me he de amortajar,
con flores m corazón ha de ser entrelazado:
¡Son los príncipes, los reyes!
La fama de mis flores, el renombre de mis cantos,
dejaré abandonados alguna vez:
con flores mi corazón ha de ser entrelazado:
¡Son los príncipes, los reyes!
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1 comentario
Requiem_Obscuro -
no deseo nada más
porque ahí esta tu imagen, tu esencia,
la inmensa obscuridad
me llena de ti,
me hace sentirte cerca,
tan cerca que las estrellas
me susurran tiernas caricias al mirarlas tintinear.
Es entonces cuando extiendo mis alas y levanto el vuelo
queriendo tocarte,
queriendo sentir más de ti,
el frío viento
entumece mis sentidos,
la lluvia se funde con lágrimas que se pierden
en el vacío,
al mirar atrás los recuerdos de una vida incolora
retumban como ecos, perdiéndose en el sinsentido,
en el dolor que la carne
me regaló,
en la angustia que mi sangre saturó, en la muerte
que su alivio entregó.
Hoy solo queda aquella luz que no lo es, lejana, fría.
Cuando miro al cielo, no deseo nada más,
sólo, tan sólo extender mis alas y alcanzarte
en un sueño
y no despertar nunca jamás.