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El.mundo.de.Daan

¿ Fiera o hembra...?

¿ Fiera o hembra...?

¡Excelencia...! ¡Porqué no...! Después de todo, la única madeja lógica que tengo para sentarme sobre mis cuatro pies es, esa brusquedad tan tuya de hacerme hembra.

  Entonces porque no llamar al reto de mi mirar la excelencia perfecta, ¿ acáso no es ella, la que te atrae?, la que remonta ese deseo tuyo de poseerme exacta, táctil y furtivamente como si se necesitase ocultar lo que todo el mundo sabe, requiere e inquiere.

   Sabes que voy pintada ya misma de distintos tonos, ya me has visto, pero no tengo porque negar que amamantar tu cuerpo y tu alma, no sea la paradógica excelencia que me forma mujer; al contrario soy, eternamente la nostalgia que precede a Adán y a Eva, por encima del tiempo.

    ¡Ven...! te reto a que intentes esconder este deseo entre las hierbas del jardín.

    ¡Ven...! te reto a que a cuatro pies, disloquemos el alma y encontremos el punto definitivo para amarnos juntos, unidos entre tu distancia y mis labios.

   Por ahora sabes que te se, que te deseo, que soy tu mujer, desde esa misma perspectiva tuya que me lleva en tu bolsillo. Lo sabes, lo palpas y lo sientes así, justo como debe ser el deseo insatisfecho entre hembra y macho, entre fiera y hiena, entre torcal y paloma.

   Ya lo vez, el día va siendo la larga cadena que nos ata, mientras tu callado me dices que me quieres, y yo te digo querer desde mi silencio empeñoso por no hacerte daño.

     Ven... ¡ Ven, te reto a quitar de mi cuerpo este deseo profuso y profundo por ondar en ti mi vientre y mi cuerpo!, por pertenecer al hombre y terminar de formarme mujer por la simplegracia de mantener un deseo perfecto excelente, no solo en el hombro, en el oído, en el cabello, sino también dentro de mi propio vientre.

   ¡Ven...! ya es tiempo de que cumplas mis caprichos y me digas que me amas ante la presencia de Dios, y de la propia gente. ¡Ven, ven ya, dime que me amas abiertamente...! enseñame a confiar en que me voy volviendo hembra de carne y hueso, de huella y presencia, de entrega y recepción no solo de sentidos y sentimientos, sino de entereza y de rudeza por defender lo mío, así, con la misma entrega profunda y profusa con que tu me llevas al hilo de tus propios deseos.

  ¡ Ven... se justo contigo mismo, ya es la hora de que me digas mujer mía, ante todo el mundo...!

¡Ven... ven...! permite que me sostenga a dos pies con la cabeza erguida y no escondida entre matorrales como misera fiera que busca encontrarse consigo misma.

   ¡Ven, ven...!

Daanroo

1 comentario

rafael romero -

Tu texto-poema se halla inmerso en una aurora de petición, de cuestionamiento y de deseoso anhelo. Tu cuerpo no es del todo quien dirige ese deseo, también está la mente, la lógica y los demás parámetros de la vida. Sin embargo, el simple hecho de emplear el vocablo "hembra", le da otro tono, otro matiz. A mi parecer, desde ese punto de vista, el texto se torna un tanto erótico. Enhorabuena!!